Ser montaña
Un poema más de “David en Maravillapan”, donde David Enríquez transmuta, en la medida de sus posibilidades, en una montaña cachonda de primavera.
Cuerpo de tierra
cuerpo de aire, de agua,
de luz cuerpo de ojos cerrados.
Sueño de día, sueño de noche,
sueños de agua
de ríos, de cauces por mi cuerpo.
Manos de brotes,
tallos verdes, hojas nuevas, hongos,
raíces, brotes, flores, rocío.
El sol dora mi piel piedra a piedra.
La lluvia pesa, es invisible,
para caer, seca sus raíces,
se vuelve negra y da un paso enorme,
anda cansada por mi cuerpo-hoja,
húmedo monte.
Cuerpo de hierba,
cuerpo a lo largo, cuerpo caliente
de vapores, entre poro y poro,
entre las rocas.
Una hormiga recorre el camino
por donde fluye la amarga savia
que me da vida.
Una araña / hiende la mordida
sobre el tlacuache.
La boca del ave / abierta, quieta
da fe del canto
(su ritmo es otro)
Una mariposa / alza el vuelo
se eleva entre las nubes y el cielo.
La ilusión de su peso, el impulso
de sus patas al alzarse al aire
permanecen en mi superficie
como una caricia venidera
o como un grabado hecho de sombras
de una noche que durara siglos
(las sombras de la tierra sepulta,
de la parte interior de sus ojos).
Cuerpo de aire.
Cuerpo y capas dominio del viento.
Danza oblonga de los matorrales.
¿Qué señala la planta ondulante,
la planta pedestal de las moscas?
¿Qué pretendes, planta, con tus flores?
Quiero ser como tú, planta-planta,
y exponer mi obsceno sexo al viento.
Sé mi pene, planta vacilante
y hagamos juntos
el bailecito de la palmera,
hagamos juntos como le hace
la flor que gira para caer,
que se hace roja para ser vista,
que huele para nacer de nuevo
dejando un gusto a frutas y a miel
en cada boca que la ha besado.
Sé mi vulva, planta, y yo te entrego
el santo y seña de mi caverna
(tengo cuarzos, agua hecha prisma,
tengo el aire y la luz hechas piedra,
rubí, diamante, ópalo, jade).
Ven con tus amigas, bebe, planta
con tus lenguas-pies-raíces bebe,
bésame, te entrego mi saliva,
mójate, mi manantial te espera,
cuerpos de vulva seamos, cuerpos
anegados en los labios lago
de la boca estero de mi cuerpa.
